martes, 18 de agosto de 2009

Revista Debate - Sabbatella


Revista Debate - Martín Sabbatella - 14.08.2009

A PROPÓSITO DE LA RECIENTE VOTACIÓN
Discusión en la centroizquierda

Por Edgardo Mocca

La votación en la Cámara de Diputados sobre la prórroga de la facultad del Poder Ejecutivo de fijar el monto de las retenciones a las exportaciones agrarias puso en escena la diferenciación en el espacio de la centroizquierda. Mientras los diputados más influidos por Martín Sabbatella se sumaron a la propuesta oficialista finalmente vencedora, quienes se nuclean alrededor de Pino Solanas se abstuvieron, a pesar de la posición pública del cineasta a favor del voto negativo. Hay que contar también en esta constelación al Partido Socialista cuyos diputados se opusieron a la prórroga.

El debate está abierto. Y el rumbo que adopte tiene una importancia que no cabría subestimar. Si en un ejercicio de las aritméticas -que, en general, no se llevan bien con la política- se sumaran los votos del difuso electorado progresista en la Capital Federal, el resultado alcanzaría para poner en cuestión el actual predominio de la centroderecha macrista. Está claro que el de-sempeño de la fuerza que encabeza Solanas no se deja explicar en términos exclusivamente programáticos o ideológicos; Pino canalizó y concentró un triple rechazo: al gobierno local, al gobierno nacional y a Elisa Carrió. Podría ser cuádruple si agregáramos a Aníbal Ibarra cuyos apoyos se fueron desflecando en el propio curso de la campaña electoral. En escala nacional hay que sumar la consolidación del voto de la coalición progresista liderada por el Partido Socialista en Santa Fe y la exitosa irrupción de Sabbatella en el duro tablero electoral bonaerense. Mucho más difícil de sumar en la misma columna es el éxito de Luis Juez en Córdoba: hace rato que el histriónico líder cordobés luce más cerca de Carrió que de cualquier reagrupamiento de centroizquierda.


Aun cuando efectivamente se sumaran estos fragmentos no alcanzaría para la conformación de una fuerza en condiciones de disputar la presidencia. Pero la unidad de sus componentes tendría un peso decisivo en varios distritos y una considerable influencia en el resultado de la puja, según fuera su posición política en relación a los principales aspirantes a la victoria. Por ahora el socialismo parece enfilado a sostener su compromiso con el panradicalismo en el Acuerdo Cívico; altamente concentrados sus recursos políticos en la provincia de Santa Fe, el partido de Hermes Binner parece darle prioridad a su política de alianzas local, necesaria si quiere aspirar a retener la gobernación.


Con la referencia de la actual fotografía, el socialismo tendría que irse encolumnando detrás de la candidatura del actual vicepresidente Julio Cobos. Hay, sin embargo, en las filas del partido quienes querrían explorar el terreno de una eventual candidatura presidencial del gobernador de Santa Fe al frente de una coalición de centroizquierda, apoyada en el crecimiento del espacio en Capital y provincia de Buenos Aires.


Solanas aparece, después de la elección de junio, como referencia central en la ciudad de Buenos Aires. Pero la elección presidencial tiene una inevitable dinámica nacionalizadora. Si Pino es candidato a presidente queda por llenar el crítico casillero de quien disputará el gobierno porteño. Todo indica que, a pesar de la rutilante performance en la última votación, Proyecto Sur no podrá prescindir de una alianza más amplia, con una mayor proyección nacional.

En esa perspectiva aparece la figura de Martín Sabbatella. Su porcentaje de votos en la provincia de Buenos Aires fue notoriamente menor que la de Solanas en la ciudad. Pero tratándose de dos fuerzas que por ahora no tienen proyección nacional y procuran tenerla, interesa mucho el volumen absoluto de votos cosechado; en esa materia la cuestión está pareja. De lo que podría deducirse que existen fuertes incentivos para el acuerdo político.


Sin embargo, también existen desincentivos y son de naturaleza política. Sabbatella se abstuvo en la campaña electoral de aprovechar el marketing político que aseguraba una retórica de oposición encarnizada contra el kirchnerismo. Jugó, en ese sentido, una partida difícil; enfrentó electoralmente al propio Néstor Kirchner defendiendo explícitamente gran parte de las políticas sustantivas de los dos últimos gobiernos. Más de un "consejero" y más de un aliado político trataron, sin éxito, de persuadirlo de una actitud tan reñida con la ingeniería electoral de estos tiempos.


Proyectada hacia el futuro, esta conducta tiene detrás una apuesta estratégica; consiste en establecer un puente entre el progresismo de tradición socialista y socialdemócrata con un conjunto de fuerzas y de dirigentes peronistas para los cuales el kirchnerismo fue algo más que una golondrina de verano en el mutante territorio peronista. El Encuentro de Sabbatella es la única centroizquierda que, sin militar en el interior del kirchnerismo, reconoce elementos de transformación progresista en la experiencia de los gobiernos de estos últimos años.


La diferencia política en la centroizquierda se inscribe en una divisoria de aguas más general en la política argentina de estos días. La que separa a una oposición responsable y respetuosa de los tiempos institucionales que se prepara para disputar limpiamente la presidencia en 2011 y la que quiere cerrar el capítulo kirchnerista de modo drástico y lo más pronto posible. Mientras el radicalismo y el peronismo en sus diversos matices tienden a sostener la primera de las posiciones, la centroderecha y Carrió se encolumnan claramente en la segunda. La Mesa de Enlace agraria funciona, desde fuera del sistema político propiamente dicho, como polo de atracción de la oposición desaforada.

Los cálculos electorales suelen obstruir la mirada estratégica. Nada hay de escandaloso en ese hecho que es propio de las democracias de cualquier tiempo y lugar. Pero los líderes de la centroizquierda deberían ser cuidadosos en sus especulaciones. Un proceso de desestabilización política contra un gobierno que, aun contradictoriamente, desenvolvió una agenda claramente identificada con la tradición progresista y nacional-popular no puede traer ningún porvenir auspicioso a los proyectos de izquierda. La gritería destituyente mezcla muchas y muy diferentes voces. Pero no hace falta ser muy perspicaz para advertir que la voz más armoniosa y poderosa viene de quienes quieren despejar el camino de la Argentina sojera del ominoso obstáculo del populismo. Es una voz que utiliza despropósitos como los del Indec para abrirle paso a lo que uno de sus escribas llamó la "Argentina verde y competitiva".



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MARTÍN SABBATELLA DIPUTADO NACIONAL

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